5 nov 2008

Bruce Ackerman y la nueva división de poderes

Horas después de finalizar un día de elección presidencial histórica en Estados Unidos, dejamos los festejos (que incluyen conciencia de desilusión futura) un poco para volver a pensar a las instituciones y no a las personas (cosa complicada en una institución, como la presidencial, que personaliza el poder, supuestamente).

Mañana tendremos una especial visita, una particular oportunidad, preguntarle sobre presidentes y presidencias, sobreelecciones institucionales
y elecciones presidencialees a un reconocidísimo constitucionalista, incluso cercano al entorno demócrata: Bruce Ackerman. Profesor de Constitutional Law de la Escuela de Derecho de Yale, Ackerman nos hablará de su libro "Una nueva división de poderes" en la Facultad de Derecho de la Universidad de Palermo, Mario Bravo 1050 Sexto Piso (acá texto).

Para comentar brevemente la más compleja y extensa propuesta de Ackerman, que presentará en su conferencia de mañana jueves 4 de Noviembre a las 18:30 hs, podemos empezar por el punto más notable y la arista más novedosa en el contexto de la academia norteamericana: su crítica al presidencialismo. Criticar a la institución presidencial, ya no al presidente, es más bien excepcional por esos lares. Por ejemplo, la Ciencia Política, se me viene a la mente el presidente pro-parlamentarista westminister Woodrow Wilson, ha realizado los principales estudios en su defensa teórica (estoy pensando en Scott Mainwaring -y cia- y su revisión de la teoría de Linz en los 90) o en su análisis crítico (los precursores análisis de Valenzuela, Lijphart, y of course Linz, et al en los 80) de sus principales características, todo sumado a la abundante bibliografía de corte comparativista de la década en curso.

En los últimos años, se pudieron leer críticas -Riggs desde el constitucionalismo ochentoso- de otros teóricos -como Dahl- y constitucionalistas -como Sanford Levinson- que parecen conformar una nueva camada de teóricos políticos y constitucionales que paulatinamente han dejado de recomendar la exportación del perfecto modelo de los "framers". O al menos, marcan serios reparos. Incluso hay quienes recomiendan -no leí este broli- el sistema parlamentario para estados unidos, ver acá.

Me parece que el principal punto destacable -de varios- de la tesis de Ackerman, con el nuevo constitucionalismo que él observa está surgiendo -the rise of the new constitutitionalism-, es su crítica al presidencialismo y el enfrentar a los puntos de vistas, (como el reflejado en el comentario que inagura el libro/artículo de Steve Calabresi), que ven como la mejor forma institucional al presidencialismo, que la tiene como la alternativa más sólida y recomendable a nivel internacional para toda nueva democracia en el mundo. La más perfecta opción institucional de todas. Tal vez, ese punto fuerte, además de muchas de las ideas sugerentes y polémicas, es el que merece ser resaltado en este post.

En este punto, los textos de constitucionalistas que se muestren críticos de la tradición presidencialista estadounidense y dejen de hablar de los "beneficios" del sistema presidencialista escasean. Sanford Levinson se plegó duramente a esta tendencia (otro ejemplo acá). Cabe recordar que durante los noventa, acá y allá, pero más acá, se pensó que los presidencialismos, con algunas reformas cosméticas, Jefe de Gabinete por ejemplo, y con algunos gobiernos de coalición se podían parlamentarizar (dejamos ese tema para otro post!). El mismo Ackerman acepta (tal vez sin hacer mucho énfasis y sin preocuparse mucho) que mucho de la personalización del poder que se ve en el presidencialismo se puede observar en muchos primeros ministros de los sistemas no presidencialistas (¿acaso se está presidencializando el parlamentarismo? acá ).

¿Qué recomienda Ackerman?: un parlamentarismo acotado, constrained parlamentarism, a la Japón, Canadá, Alemania. Prefiere ese sistema a los sistemas presidenciales, semipresidenciales (como el Francés) o parlamentarios westminster. Acompañando, proyecta una Corte Constitucional como poder para la democracia (sic) y sus derechos fundamentales (sic), y arreglos institucionales para controlar la integridad y regulación de la burocracia en el estado moderno (buena idea), todo esto en un contexto de (mayor) profesionalización de la política.

Ese, tal vez, un punto criticable. Sugiere todo esto para el mundo exterior. Lo que comenta en su trabajo, no sabemos cuán aplicable resulta para los Estados Unidos. La democracia presidencial estodounidense, supuestamente exitosa, siempre más por lo presidencial que por lo realmente democrática (si nos ponemos exigentes, ver Dahl), parece inmodificable, pétrea, sagrada y casi indiscutible.

Ahora, ¿cuáles son las razones micro de su propuesta? ¿Qué pasa en un contexto de integración regional? ¿Qué sistema de partidos se llevaría mejor con su propuesta? ¿Sistema electoral? ¿Políticos y jueces profesionales harían eliminar las instancias de participación popular en la burocracia y justicia, chau Juicio por Jurados? ¿Qué hay del federalismo? Las identidades culturales y las prácticas históricas, ¿cómo se acomodan a nuevos patrones de interacción institucional? Ackerman dice que un ensayo como el suyo no puede responder todos los interrogantes. Coincidimos: Un post tampoco

Más allá de las futuras desilusiones, especialmente en el día después al Election Day, cabe esperar preguntarse (y conjeturar) cuáles serán los especiales contornos, especiales características, que un político como Obama -tan "inspiring"- le dará a la -tan criticada y también defendida- institución presidencial. Nos vemos mañana!

8 comentarios:

sl dijo...

Hola Lucas, qué bueno que sigas insistiendo sobre el tema del presidencialismo. Yo ahora justo estoy intentando escribir algo sobre esto, pero reflexionando sobre argentina. Uno de los grandes desafíos teóricos, entiendo yo, es mostrar cómo es que se puede pasar de un presidencialismo federal, con un partido dominante, a un parlamentarismo federal, y evaluar los efectos posibles de dicho cambio en múltiples variables.
Muchos académicos, incluso aquellos que son favorables al parlamentarismo, dicen que resulta inviable una transición al presidencialismo, porque quienes deben aprobar esa reforma (los presidentes y gobernadores) nunca tendrían interés en hacerlo.
A mí me parece que este argumento es inexacto: un presidente que sabe que va a perder las elecciones futuras, por ejemplo, aceptaría una transición al parlamentarismo, porque sabe que la pérdida de poder del presidente le será aplicable a los futuros gobernantes. Por su parte, los senadores gobernadores tienen mucho que ganar con una transición al parlamentarismo: pueden adoptar un sistema como el de Alemania o Australia, con Cámaras de Senadores con poderes de veto efectivos, pueden negociar una transición al parlamentarismo a cambio de nuevas competencias y facultades de recaudación. Asimismo, un parlamentarismo federal restringiría enormemente las facultades de intervención federal, ya que el futuro primer ministro no podría intervenir una provincia sin aprobación de la mayoría absoluta de los parlamentarios (ahora puede hacerlo por decreto).
Desde luego, es de prever que el paso hacia el parlamentarismo ocasionará fuertes efectos en el sistema de partidos. Según creo, esto es así porque los votantes en los sistemas parlamentarios son menos estratégicos (suelen votar sus primeras preferencias), y esto hace que los partidos sean más ideológicos y programáticos. Esto puede perjudicar, sin duda, al partido peronista, que siempre se ha beneficiado de votos estratégicos provenientes de otros partidos. Pero bueno, también el radicalismo se benefició en su momento de votos estratégicos que expresaban segundas preferencias, de manera que no afectará sólo al peronismo. Además, el impacto que ésto puede ocasionar no es tan grande, debido a que hoy el sistema de ballotage para presidente en elecciones concurrentes a diputados hace que, en la primera vuelta, los votantes expresen sus primeras preferencias.
Luego creo que una transición al parlamentarismo no puede ser sometida a referendum. Esto porque no existe sólo la opción entre parlamentarismo vs. presidencialismo, sino que también está el semipresidencialismo. Al haber tres opciones, la cosa se complica, porque "¿Qué regla de decisión adoptamos para decidir el ganador?: ¿el que saca la mayoría relativa, la regla Condorcet, la regla Borda, un sistema tipo Ballotage? Cada una de estas reglas puede dar un ganador distinto, con unas mismas preferencias. Por eso creo que la transición, de hacerse, debe ser gradual, empezando desde abajo (provincias) y a través de convenciones constituyentes que luego sean aprobadas por referendums. en fin, un abrazo

sl dijo...

fe de erratas: en el segundo párrafo, donde dice "resulta improbable una transición al presidencialismo" debe decir "una transición al parlamentarismo"

fahirsch dijo...

a) Una corrección ortográfica: "Westminster"
b) Pregunta: Es casual, qué (hasta donde yo se) los sistemas parlamentaristas se encuentran en los países que son/han sido reinos, o colonizados por reinos, o fuerte influencia británica?

Lucas A dijo...

Hola SL, gracias por tu coment. Lo agradezco, igual que a Fahirsch, rápidamente porque me voy a clase a las 330. Todos los errores subsistirán hasta más tarde!!

Interesante el punto b de Fahirsh!

Sigamos, me fui.
Lucas.

Anónimo dijo...

Lucas:
La charla de Ackerman es abierta o sólo para estudiantes de la UP? De ser abierta, dónde es?
Gracias,
Sebastian

Lucas A dijo...

Sí, por supuesto que es abierta, pero por su masividad, lo único que piden los organizadores es inscripción previa, pero es para coordinar la cuestión del espacio, no debería haber problemas. Cualquier cosa, acá el link de contacto www.palermo.edu/derecho


Simplemente hay que superar un inofensivo molinete y después ir al sexto piso. Es en Mario Bravo 1050, Mario bravo y Av. Córdoba.

Saludos, Sebastián.

Más tarde voy por lo de SL. Sigamos, mientras..

dn dijo...

( tiro ideas respecto a lo que plantea sl, pido discuulpas por la bestial redacción pero debo ir a dormir urgente)

que el parlam sustituya al presidencialismo no es inviable porque quienes tienen el poder de aprobar la reforma no lo harían, ojala fuese por solo eso!( o no, que se yo, pero) antes de eso, hay muchas otras cosas de las que dudar:

-La fortaleza de la institución de la cual dependerá la transición (gran pie democrático del régimen) de gobierno y de su jefe(presi o pm): el parlamento (a.k.a. congreso). ----> relacion con los otros poderes, lazos de representación poder-ciudadanía, controles exógenos, repercusión en la consolidación del régimen, estabilidad, etc.

- la dinámica partidaria: sistema atomizado? multipartidario?. Fragmentación de los partidos y la supuesta disciplina necesaria para el sist parla : legitimidad subje y obje del potencial pm.

-gobernabilidad: se da consenso para formar gobierno: quienes la formarian y así a que (quienes) se debería responder. Ademas, es relevante la gobernabilidad con algunos puntos que nombra sl como el poder de veto en senado.


Igual, es relevante discutir si detras de todo esto se esconde una relacion causal entre inestabilidad - sistema presidencialista.

Luego, porque considerar al parlamentarismo (o semipresi) como respuesta a ineficiencias del sistema politico presidencialista , porque no crear las condiciones para una inercia y dinámica "mejor". El presidencialismo, per se, no es ineficiente, Lipset por ejemplo evoca causas culturales (entre muchas otras, seguro mas importantes pero que ahora no recuerdo)por las cuales se condiciona exito o fracaso del sistema, dice que esto puede ser un factor explicativo de la diferencia funcional entre el presi USA y presi de Latinoamerica.


buenasnoches.

sl dijo...

Gracias daniela, la verdad es todo lo que decís es razonable, y como alguien dijo por acá, tal vez el debate sea interminable y no haya razones ni evidencias concluyentes para una u otra posición.
Yo sólo quería abordar el argumento que dice que, aunque fuera deseable el parlamentarismo (y esto es sumanente discutible por lo que vos decis), no hay ningúna expectativa de que va a ser aprobado porque quienes tienen el poder de hacer la reforma no tienen interés.
Yo creo que esto no es tan así, creo que muchos actores determinantes estarían interesados en pasar a un parlamentarismo, incluso el presidente.