2 feb 2015

Altamira sobre los servicios y el caso Nisman

“Un crimen de Estado”. Así, califica Jorge Altamira a la muerte del fiscal especial del caso AMIA Alberto Nisman. El líder histórico del Partido Obrero apunta contra los servicios de inteligencia, afirma que el gobierno nacional anunció una “disolución trucha” de la SIDE y reclama que la Presidenta asuma la responsabilidad política y abra los archivos del espionaje criollo. Altamira asegura que es necesaria una interpelación del Poder Ejecutivo, define al kirchnerismo como una de las experiencias conservadoras más interesantes y sostiene que el fin de ciclo no sólo incluye al oficialismo sino también a la mayor parte de la oposición, que no tiene un modelo distinto. “El próximo gobierno arranca con una extrema debilidad”, anticipa. El dirigente que se postula para ser candidato a presidente por el Frente de Izquierda habla del oportunismo que mantiene unido al FIT y se refiere incluso al sectarismo que afecta desde siempre a las distintas facciones de la izquierda, pero dice que el frente va a superar los 2 millones de votos en las elecciones nacionales de este año.
¿Por qué dice que lo de Nisman fue un “crimen de Estado”?
Porque yo creo que es lo más claro. Todos los elementos y todos los protagonistas lo vinculan con los aparatos de inteligencia. Nisman era el fiscal de una causa que se alimentaba de información de los servicios y los medios de prensa opositores y oficialistas coinciden en que lo manejaba el Mossad y la CIA. Ahora estos aparatos trascienden un gobierno, son una expresión del Estado y el crimen es un crimen de Estado. Están involucrados todos los gobiernos últimos, incluida la propia dictadura y todos los partidos. El Frente Renovador, que tiene a dos ex jefes de gabinete de Cristina, el propio Macri que tuvo al Fino Palacios en un juicio por encubrimiento por la AMIA. Es un tejido que parece de orfebre.
¿Y qué reclaman ustedes frente a ese crimen?
Una interpelación del poder político, que es algo más que una técnica parlamentaria. Es una interpelación a una historia política, sin la cual Argentina no sale. No somos ultimatistas, hay medidas que son reclamadas y que los gobiernos deben tomar: abrir los archivos de los servicios significa ir a los elementos de prueba más contundentes, que ni la fiscal ni la jueza van a encontrar.
“Los servicios de inteligencia trabajaron para el gobierno en el montaje del asunto de Irán. La acusación a Irán la llevaron Kirchner y Cristina a la Asamblea General de Naciones Unidas. ¿La CIA y el Mossad le montaron la acusación a estos dos presidentes?”
Parece que coincide con la Presidenta cuando dice que es un crimen de los servicios de inteligencia en contra del gobierno.
Si, ¿pero de qué absolvería esto al gobierno? De un juicio de ejecutor material del crimen. Pero no lo absuelve de la responsabilidad política. Acá se repite el modelo del crimen de nuestro compañero Mariano Ferreyra. El gobierno dice: “bueno, yo no lo maté”. Pero Pedraza, la burocracia sindical, las patotas, la Policía Federal que hace zona liberada son responsabilidad del gobierno. Acá hay una anomia inadmisible. Los servicios de inteligencia trabajaron para el gobierno en el montaje del asunto de Irán. La acusación a Irán la llevaron Kirchner y Cristina a la Asamblea General de Naciones Unidas. ¿La CIA y el Mossad le montaron la acusación a estos dos presidentes?

¿Entonces usted cree que la comparación de Cristina entre el homicidio de Mariano Ferreyra –habló de escaramuza- y la muerte de Nisman es certera?
Ella adjudica la condena de Pedraza a la acción de una fiscal que respondía a ella y dice que van a operar de la misma manera. Si operan de la misma manera, -acá les va a costar mucho más encontrar al autor material- el objetivo es encubrir la responsabilidad política. Extendamos la comparación: ella no terminó con la burocracia sindical, tampoco va a terminar con la mafia de los servicios de inteligencia. Hace saltar un fusible para salvar la instalación eléctrica. Es un mecanismo manipulador del que la Presidenta se reconoce responsable.
¿Por qué se oponen a la disolución de la SIDE, que era un reclamo de la izquierda?
Porque nosotros entendemos por disolución el desmantelamiento. Que se abran los archivos, que se haga un enjuiciamiento. No es simplemente decir “bueno, señores gracias por los servicios prestados”. No es que lo que existía se metamorfosea en otra cosa o sirve para ocultar. Esta disolución trucha habilita a la creación de un servicio de inteligencia vinculado, parecido y con el mismo contenido que el anterior. Pero el núcleo es la cuestión es la responsabilidad política del gobierno.
Cansancio de los “Nunca más”
¿Qué diferencia la postura del Partido Obrero en el caso Nisman de lo que ustedes llaman “la oposición patronal”?
Un ritual que en lo personal a mí me desequilibra. Porque yo estoy absolutamente cansado de la palabra “nunca más”, que esto no vuelva a ocurrir, que haya justicia. Me revienta porque es una complacencia con los hechos consumados. La oposición explota este caso en busca de anular el memorando de entendimiento con Irán. No es el momento.
¿Por qué lo hace la oposición?
Por oportunismo político en busca de algunos votos. Porque hay un sector de la política exterior norteamericana y un sector –no todos- de la política israelí que quiere seguir centrando el ataque en Irán. Pero son sectores que no van a tener posibilidades porque Irán hoy es una pieza fundamental para Estados Unidos en Medio Oriente. El gobierno de Irak es pro iraní y Estados Unidos ocupó Afganistán con el apoyo de Irán. Las dos grandes experiencias militares norteamericanas no se hubieran podido llevar adelante sin el apoyo de Irán. Por eso, la línea dura de Netanyahu está cayendo en las encuestas en Israel y Obama no le da audiencia.
¿La posición de ustedes coincide con la del grupo de familiares que lidera Laura Ginsberg?
Nosotros fuimos el único partido que durante 20 años fue a los actos que hacía Laura Ginsberg. Ahora, últimamente, se ha acercado a ella gente que jamás la acompañó e inclusive gente que jamás condenó el atentado. Por ejemplo Alejandro Bodart, que se negó siempre a condenar el atentado.
El juego a la derecha
¿Qué responde usted a una de las muletillas preferidas del gobierno, “la izquierda le hace el juego a la derecha”?
Si tengo que responder, digo que el que le ha hecho el juego a la derecha es el gobierno. La derecha tiene una base social, las empresas privatizadas, los grandes bancos, el monopolio del comercio exterior. Ellos -con una habilidad que hay que reconocerles- rescataron a todos. El kirchnerismo es una de las experiencias conservadoras más interesantes porque tiene que pilotear un país en bancarrota, con todo el esquema económico en quiebra, y el gobierno sale y los rescata.

¿Pero ese discurso del gobierno no tiene eco en sectores que están por fuera de la militancia kirchnerista?
Si, tiene eco. Pero es un eco superficial porque cuando uno analiza las votaciones de los últimos años observa un corte de boleta Cristina Kirchner/diputados del Frente de Izquierda. La izquierda siempre tuvo dificultad para diferenciarse de los gobiernos que hacían demagogia nacionalista y quedó atrapada por la corriente. La diferenciación política de un gobierno que dice luchar contra la derecha siempre fue el núcleo rico de una estrategia de izquierda. ¡¿Cómo hacer?! Y nosotros después de 12 años de kirchnerismo, estamos con tres diputados y con intenciones de voto que nos llevarían de 2 millones a 3 millones de votos y un crecimiento espectacular. Somos la única izquierda de América Latina que pudo hacer frente a un gobierno nacionalista y crecer sobre sus propias bases. Y en los sindicatos le hemos disputado obreros y se los estamos ganando.
“La izquierda siempre tuvo dificultad para diferenciarse de los gobiernos que hacían demagogia nacionalista y quedó atrapada por la corriente. Pero nosotros después de 12 años de kirchnerismo, estamos con tres diputados y con intenciones de voto que nos llevarían de 2 millones a 3 millones de votos”
El kirchnerismo no tiene demasiado peso a nivel de los trabajadores organizados y menos en el sector industrial.
Bueno, macanudo ¡no lo tiene porque su intermediario es una burocracia corrompida! Por razones familiares, yo tengo un cariño por los líderes nacionalistas. De chico mi padre me contaba historias de luchas de caudillos contra tropas coloniales. Mi diferenciación de ese caudillo es desde el riñón, no es desde el Barrio Norte.
¿Cómo se explica la opción electoral de su partido, que algunos le critican por electoralista?
Las instituciones electorales no son el producto de unos vivos para joder a la clase obrera: son un producto de la historia. La humanidad las ha visto como una vía de desarrollo. Nosotros opinamos que hasta cierto punto es así pero después ya no. Tenemos que demostrarlo en ese propio terreno. En Argentina, donde podríamos decir que es trucho, este sistema político viene acompañado del fuerte contraste con una dictadura asesina. Entonces, la gente dice “no me toquen esto”. Hay que acompañar la experiencia popular. La gente todo el tiempo nos pregunta cómo sería que vamos a gobernar, a nivel municipal. Empiezan a pensar en que hay otra forma de dirigir el país.
¿Y cómo sería?
Hay gente que no puede entender que hayamos sacado más de un millón de votos. Pero cuando yo digo en “Intratables” que abran los archivos de la SIDE porque ya no puede pasar nada malo y todo lo malo ocurrió, la gente no puede más que admitir una de las reivindicaciones más extremas de la izquierda. La disputa política democrática es apasionante y nosotros la cultivamos. Yo creo que cualquier actitud extremista sería contrarrevolucionaria para la izquierda. Para que el régimen democrático sea superado, las masas tienen que sentir y estar convencidas de que hay que ir para otro lado.
Pero algo así pasó en 2001…
Sí, en 2001 nosotros desarrollamos un gigantesco movimiento piquetero pero no articulamos bien una alternativa política por una crisis en la izquierda que -aunque no es la misma- siempre continuó.
Bueno, fue Zamora el que expresó políticamente ese descontento.
Es que Zamora solo puede expresar descontento, rechazo o repudio. Pero por definición una persona no es una alternativa política.
La izquierda oportunista
¿Por qué dice que el Frente de Izquierda es un frente oportunista?
A mí me gusta ser cruel en la definición de las cosas. Si nosotros hubiéramos tenido un gran acuerdo de principios, hubiéramos iniciado un proceso de unificación política. El frente siempre tiene un carácter oportunista, es un compromiso entre posiciones diferentes y tiene un alcance limitado en el tiempo. Es una forma de decirle a la gente, no crean que la izquierda se unificó, este frente tiene todos los defectos que ustedes saben, ¡pero es bueno! Está plagado de defectos pero tiene una función política útil en esta circunstancia. Y puede tener una evolución que supere sus límites. O no.
¿Qué discute ese frente desde hoy hasta las elecciones?
En el Frente de Izquierda no hay discusiones de nivel político interesante. Entonces, lo único que estamos discutiendo ahora es cómo hacer listas. Pero tenemos una divergencia importante. Yo plantee que éramos un frente único y me respondieron que el frente era en realidad un campo en disputa. Hay que subordinar esa disputa a la salud de un frente que sigue creciendo y puede sacar millones de votos.
“Las organizaciones de izquierda, cuando son marginales, tienen una enorme dificultad para pensar la situación política general y la miran desde su conveniencia personal. Dicen esto me conviene, esto no me conviene. Ese es el sectarismo que critico. Es la izquierda que inevitablemente piensa como una cofradía.”
¿Por qué cuestiona además el sectarismo de la izquierda, algo que se critica mucho pero sobre todo desde afuera?
Hay una crítica al sectarismo de la izquierda que rechazo terminantemente y hay una crítica que es la mía. Rechazo la de los que dicen que sos un sectario si luchás por un gobierno de trabajadores y defendés el internacionalismo de la clase obrera. “Te quedaste en el tiempo y no entendés que ahora todos nos podemos entender”. ¡Quieren liquidar el contenido revolucionario de las ideas socialistas!. En ese sentido, soy el sectario número uno. Ahora bien, las organizaciones de izquierda, cuando son marginales, tienen una enorme dificultad para pensar la situación política general y la miran desde su conveniencia personal. Dicen esto me conviene, esto no me conviene. Ese es el sectarismo que critico. Es la izquierda que inevitablemente piensa como una cofradía.
¿A qué atribuye el salto actual del FIT?

Ese salto estuvo cerca en muchas ocasiones. Tuvimos tres oportunidades de darlo. Una fue en 1985, cuando hicimos un acuerdo con el MAS que hubiera colocado a la izquierda en un lugar mayor y el MAS -después de inscribirlo en la Justicia- lo rompió por un acuerdo con el Partido Comunista. El otro fue en el 2001 cuando estaba el movimiento piquetero y propusimos un acuerdo con Izquierda Unida pero ellos lo rechazaron. Ahora, todos los que nos rechazaban, no existen más. Y entonces nosotros que antes éramos la cola de esos frentes, terminamos siendo la cabeza, pero como resultado de una experiencia política de fracasos. Esta tercera se dio, atraviesa sus crisis y hay que pilotearla.
¿Piensan realmente que pueden mejorar la elección de 2013?
¡Claro!. Ahora, se han acercado un montón de grupos a partir de una declaración del “Perro” Santillán a favor del Frente de Izquierda. Quiere decir que es un polo de reagrupamiento y un factor de atracción. Ya no es solamente tres partidos sino inclusive gente de organizaciones que tienen un gran trabajo social y que hasta tenían tendencias antielectoralistas, pero que ahora ven que hay que intervenir políticamente.
Quién paga la crisis
¿Cómo ve la discusión sobre el fin de ciclo, que la oposición anuncia hace tiempo y el kirchnerismo niega?
Yo creo que el fin de ciclo ya se produjo, el kirchnerismo ya fue. Tuvo un ciclo breve, vinculado a una mejora económica. El conjunto de sus planteos desde hace más de un año implican un viraje: están buscando desesperadamente financiamiento internacional. Kicillof es menos una operación de rescate del ciclo anterior y más el inicio de un ciclo nuevo. Eso está fuera de discusión y lo personifica la candidatura de Scioli. No es un fenómeno limitado a la Argentina, hay que mirar lo que pasa con el PT en Brasil y con el chavismo en Venezuela. La situación mundial además puede llegar a provocar un shock violento en Argentina. Los grupos que quieren reemplazar al kirchnerismo se caracterizan por la dispersión y por su extrema vacilación y no se animan a llevar adelante los viejos planes de ajuste por temor a una rebelión popular. Es una crisis de características prolongadas: el próximo gobierno arranca con una extrema debilidad. Por eso, esto es más amplio que la defunción del gobierno kirchnerista.
“Yo creo que el fin de ciclo ya se produjo, el kirchnerismo ya fue. Eso está fuera de discusión y lo personifica la candidatura de Scioli. No es un fenómeno limitado a la Argentina, hay que mirar lo que pasa con el PT en Brasil y con el chavismo en Venezuela.”
¿O sea que el fin del ciclo los incluye a todos, según usted?
Absolutamente. Porque el kirchnerismo es el producto de una situación histórica anterior, insostenible, que ha fracasado en resolver.
¿Qué es lo que se agotó, el modelo económico o el modelo político?
Yo no creo que haya habido nunca ningún modelo. Simplemente fue una explotación de las ventajas del precio de la soja, de precios internacionales extraordinarios. Es una adaptación más o menos pasiva a determinadas condiciones internacionales. Hace poco la Presidenta me dio la razón en su discurso: los subsidios de tarifas fueron para la industria pero también para los empresarios que pagaban menos salarios. Se terminó como en todos los otros países. Lo que uno espera de un gobierno nacional y popular es una transformación social, no un cambio circunstancial en el reparto de lo que produce el mismo viejo sistema social.
¿Ve una diferencia entre el gobierno de Kirchner y el de Cristina, como marcan algunos ex kirchneristas?
Si, debe haber una diferencia porque representan etapas distintas. En lo político con Cristina hay una evolución hacia un bonapartismo tardío, que no estaba en el gobierno de Kirchner. Donde cada vez se puede gobernar menos con los demás, no hay forma de conciliar los intereses contrapuestos y en la persona del Ejecutivo se concentra el arbitraje. No es un modelo, es el momento en que todos los sistemas políticos fracasaron. Es un gobierno de una base cada vez más restringida, la previa de una disolución política.
¿Cómo ve la cuestión sindical de cara al último año de mandato de Cristina?
La burocracia sindical está buscando saber quién se va a hacer cargo del país, para saber con quién tiene que arreglar. Pero cuando discute con los candidatos ninguno se quiere comprometer. Estamos en una especie de terreno de nadie y el tema es que están cerrando empresas. Nosotros por lo bajo seguimos creciendo, aunque todavía no dirigimos ningún sindicato.
¿Quién está pagando la crisis?

Estrictamente, la están pagando los trabajadores. La Presidenta anuncia 3800 pesos de mínima para un jubilado, eso es mortal. Es obvio

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una pregunta Roberto. ¿Vale la pena el libro de Sunstein "más simple. El futuro del gobierno"? Pregunto porque está caro